Ya en otra oportunidad hice referencia a la
formación
de siglas y al uso
de la tilde en las siglas. Si consideramos lo ahí expuesto, podremos
entender mejor de dónde surgió la palabra ebáis, que cotidianamente se
pronuncia en buena parte de las casas de nuestro país y es el lugar donde miles
de personas se dirigen para ser atendidos o para trabajar.
Así, eso que en un momento eran (y siguen
siendo) los “Equipos Básicos de Atención Integral en Salud (E. B. A. I.
S. o EBAIS) [sic] y que cumplen con la consulta externa, medicina general de
las clínicas, centros y puestos de salud, consultorios, comunales, domicilios,
escuelas y centros de trabajo” (“El Sistema
Nacional de Salud en Costa Rica: Generalidades”, 2004: 26); ahora también
son el edificio donde el personal de la Caja Costarricense de Seguro Social (o
de algún contratista de esta) les brinda servicios de atención de la salud. Es
por ello que cuando nuestro papá, hermano, tío, sobrino o nuestra mamá, abuela
o cuñada, nos dicen que van al ebáis a una cita; no se están refiriendo
específicamente a ese concepto técnico que le dio origen a la sigla, sino al
edificio desde el cual la Caja los atiende; y aquí ya no estamos hablando de
una sigla, sino de una palabra, como lo serían clínica u hospital.
Es por ello que la palabra se escribe con
minúscula, porque se convierte en un nombre o sustantivo común y, como tal, se
le aplican las reglas de acentuación de nuestro idioma. En este caso, al
tratarse de una palabra aguda, terminada en ese, corresponde tildarla (no
olvidemos, como se decía en la escuela, que en los diptongos la tilde se coloca
en la vocal fuerte).
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