Como ya se ha explicado, solo son
propiamente letras los grafemas, esto es, los signos gráficos simples. Por esta
razón, no deben formar parte del abecedario las secuencias de grafemas que se
emplean para representar ciertos fonemas.
En español, además de las veintisiete
letras arriba indicadas, existen cinco dígrafos o combinaciones de dos letras,
que se emplean para representar gráficamente los siguientes fonemas:
a) El
dígrafo ch representa el fonema /ch/: chapa, abochornar.
b) El
dígrafo ll representa el fonema /ll/ (o el fonema /y/ en hablantes
yeístas): lluvia, rollo.
c) El
dígrafo gu representa el fonema /g/ ante e, i: pliegue, guiño.
d) El
dígrafo qu representa el fonema /k/ ante e, i: queso, esquina.
e)
El
dígrafo rr representa el fonema /rr/ en posición intervocálica: arroz,
tierra.
Desde la segunda edición de la ortografía
académica, publicada en 1754, venían considerándose letras del abecedario
español los dígrafos ch y ll (con los nombres respectivos de che
y elle), seguramente porque cada uno de ellos se usaba para
representar de forma exclusiva y unívoca un fonema del español (antes de que la
extensión del yeísmo alcanzara los niveles actuales y diera lugar a que hoy el
dígrafo ll represente dos fonemas distintos, según que el hablante sea o
no yeísta). Es cierto que se diferenciaban en esto de los demás dígrafos, que
nunca han representado en exclusiva sus respectivos fonemas: el fonema /g/ lo
representa también la letra g ante a, o, u (gato, goma, gula); el
fonema /k/ se escribe además con c ante a, o, u y con k (cama,
cola, cuento, kilo, Irak); y el fonema /rr/ se representa con r en
posición inicial de palabra o detrás de consonante con la que no forma sílaba (rama,
alrededor, enredo).
Sin embargo, este argumento no es válido
desde la moderna consideración de las letras o grafemas como las unidades
mínimas distintivas del sistema gráfico, con independencia de que representen o
no por sí solas una unidad del sistema fonológico. Por lo tanto, a partir de
este momento los dígrafos ch y ll dejan de ser considerados
letras del abecedario español, lo que no significa, naturalmente, que
desaparezcan de su sistema gráfico; es decir, estas combinaciones seguirán
utilizándose como hasta ahora en la escritura de las palabras españolas. El
cambio consiste, simplemente, en reducir el alfabeto a sus componentes básicos,
ya que los dígrafos no son sino combinaciones de dos letras, ya incluidas de
manera individual en el inventario. Con ello, el español se asimila al resto de
las lenguas de escritura alfabética, en las que solo se consideran letras del
abecedario los signos simples, aunque en todas ellas existen combinaciones de
grafemas para representar algunos de sus fonemas.
Información adicional
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Debido a su anterior
consideración como letras del abecedario, los dígrafos ch y ll tuvieron
un apartado propio en el diccionario académico desde su cuarta edición (1803)
hasta la vigesimoprimera (1992), de modo que las palabras que comenzaban por
esos dígrafos o los contenían se ordenaban alfabéticamente aparte, es decir,
después de completarse las series de palabras con c y l. En el
X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en
Madrid en 1994, sin dejar de considerar aún los dígrafos ch y ll
como letras del abecedario, se acordó no tenerlos en cuenta como signos
independientes a la hora de ordenar alfabéticamente las palabras en el
diccionario. Así, en la vigesimosegunda edición del DRAE (2001),
primera publicada con posterioridad a dicho congreso, las palabras que
incluían esos dígrafos ya se alfabetizaron en el lugar que les correspondía
dentro de la c y de la l, respectivamente.
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Fuente: Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. 2011.
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