Cuando un sustantivo designa a seres animados, es común que haya una forma masculina y otra femenina (que por lo general se corresponde con la distinción biológica de los sexos). Es así como tenemos gato/gata, profesor/profesora, rey/reina, abogado/abogada, entre otros.
En el caso de las profesiones ha existido alguna resistencia a adoptar la forma femenina o masculina, en áreas generalmente dominadas por alguno de los dos sexos; es por ello que nos suena extraño el uso de notaria o el de enfermero.
En el campo de la medicina, existe renuencia al uso de médica, para referirse a las mujeres que ejercen esa profesión; sin embargo, llama la atención el hecho que desde 1899 fue incluida esa palabra en el diccionario de la Academia, con el significado de “[l]a que se halla legalmente autorizada para profesar y ejercer la medicina”.
En el Diccionario panhispánico de dudas se indica que no debe emplearse el masculino para referirse a una mujer: la médico.
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