Como todo código de comunicación, la
escritura está constituida no solo por el conjunto de signos convencionales
establecidos para representar gráficamente el lenguaje, sino por las normas que
determinan cuándo y cómo debe utilizarse cada uno de ellos. Este conjunto de
normas que regulan la correcta escritura de una lengua constituye lo que
llamamos ortografía, palabra de origen griego que etimológicamente significa
‘recta escritura’ (del lat. Orthographĭa, y este del gr. orqograjia, de orqo- ’recto’ + -grajia ‘escritura’).
El término ortografía designa
asimismo la disciplina lingüística de carácter aplicado que se ocupa de
describir y explicar cuáles son los elementos constitutivos de la escritura de
una lengua y las convenciones normativas de su uso en cada caso, así como los
principios y criterios que guían tanto la fijación de las reglas como sus
modificaciones. La ortografía posee una dimensión eminentemente sincrónica,
pues se centra en la descripción del sistema de convenciones ortográficas
vigentes, pero puede adoptar también, como toda disciplina, una orientación
diacrónica, cuando se ocupa de analizar cómo han ido evolucionando
históricamente esas convenciones.
La disciplina ortográfica guarda relación
con otras materias que tienen también que ver con la representación gráfica del
lenguaje, como la paleografía, la caligrafía y la tipografía.
La paleografía es la disciplina que tiene
por objeto descifrar los textos antiguos y estudiar distintas formas de
escritura. Aporta datos de gran interés para comprender los sistemas gráficos
de otras épocas, pero se diferencia de la ortografía, además de por su
perspectiva histórica, por su finalidad: la paleografía es puramente
descriptiva, mientras que la ortografía es esencialmente normativa.
La caligrafía es el arte o técnica que
persigue conseguir una escritura manual bella y bien formada, según diferentes
estilos. En el ámbito docente, su finalidad es enseñar a los alumnos a escribir
a mano, trazando adecuadamente las letras de acuerdo con sus rasgos formales
distintivos. Ortografía y caligrafía se diferencian también por sus fines: la
primera impone unas normas en la representación de la lengua oral, sin hacer
consideraciones sobre la belleza, claridad y corrección en el trazo de los
signos gráficos, aspectos que constituyen precisamente el objeto de la
caligrafía.
La tipografía se define como el arte de
crear y combinar tipos o caracteres de imprenta para confeccionar textos
impresos. Atiende tanto a la selección del tipo, la clase y el tamaño de las
letras como a la distribución de los espacios en blanco entre caracteres,
palabras y bloques de texto (espaciados, sangrías, interlineados, márgenes,
etc.). La tipografía nació con la aparición de la imprenta y ha evolucionado
con la invención de nuevos procedimientos y tecnologías para la elaboración de
impresos. El acceso, hoy prácticamente general, a herramientas informáticas
para el procesamiento y la autoedición de textos ha extendido la necesidad de
conocer y aplicar las normas y los usos propios de la escritura tipográfica
(denominada técnicamente ortotipografía), antes solo exigibles a
tipógrafos, impresores y editores, a cualquier persona que emplee estos medios
en sus producciones escritas. Esta es la razón por la que en las ortografías
modernas suele incluirse también información ortotipográfica.
La ortografía comparte su carácter
normativo con la ortología (llamada también ortoepía), disciplina hermana
encargada de establecer las normas que regulan la pronunciación culta de las
unidades lingüísticas. Dado su carácter simétrico, ambas disciplinas se han
venido influyendo mutuamente; pero, mientras que la ortografía ha de mantenerse
uniforme en todo el ámbito de la lengua, los cánones de la pronunciación culta
pueden variar en ciertos aspectos —y, de hecho, varían— de un área geográfica a
otra. Esta variabilidad es la que explica que no suelen atenderse aspectos
estrictamente ortológicos en las ortografías modernas.
Fuente: Real Academia Española y Asociación
de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. 2011.
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