La escritura es un sistema de comunicación
humana que traduce a términos visuales, mediante signos gráficos convencionales
dispuestos secuencialmente, los signos vocales que se emiten de forma sucesiva
al hablar. Existen tres sistemas básicos de escritura, según sea el elemento
lingüístico tomado como base para la representación escrita: el ideográfico, el
silábico y el alfabético.
En la escritura ideográfica, los signos
gráficos, denominados generalmente ideogramas, representan de forma
estilizada y esquemática las ideas o conceptos de que son portadores las
palabras o las raíces léxicas. La base de este sistema consiste en representar
de forma directa el significado de los signos lingüísticos, con independencia
de su pronunciación, de su articulación en el habla. La gran ventaja de este
tipo de escritura es su estabilidad frente a los cambios que, en el plano
fónico, experimentan todas las lenguas en el curso de su evolución y el hecho
de que puede ser utilizado por hablantes de variedades dialectales oralmente
muy alejadas entre sí. La desventaja más evidente es el gran número de signos
gráficos que es necesario manejar y el enorme esfuerzo que supone su aprendizaje.
Aunque no existe ninguna lengua que utilice un sistema ideográfico puro de
escritura, ya que todas cuenta, en mayor o menor medida, con elementos gráficos
que representan sonidos, la china es el mejor ejemplo actual de escritura de
base ideográfica. Asimismo, en lenguas que utilizan sistemas no ideográficos de
escritura, hay siempre elementos —como los símbolos, entre los que cabe incluir
las cifras numéricas— que constituyen, en cierto modo, ideogramas, ya que
representan directamente los conceptos, no las palabras con que estos se
expresan en cada lengua, hecho que posibilita su uso interlingüístico.
En los otros tipos básicos de escritura, la
silábica y la alfabética, los signos gráficos traducen visualmente no ya el
significado, sino el sonido del signo lingüístico. Lo que diferencia ambos
sistemas es la unidad que toman como base de la representación.
En la escritura silábica, cada signo
gráfico representa una sílaba diferente de la cadena hablada. Los silábicos
son, históricamente, los primeros sistemas de escritura basados de manera
exclusiva en el componente fónico del lenguaje, ya que la sílaba, al estar
formada por el sonido o grupo de sonidos que se emiten en cada golpe de voz,
constituye una unidad sonora natural, reconocible de modo intuitivo por todos
los hablantes. Al ser menor el número de sílabas de una lengua que el número de
sus palabras, la cantidad de signos gráficos distintos es muy inferior en los
sistemas silábicos en comparación con los ideográficos (estos últimos pueden
llegar a constar de varios miles de signos). En la actualidad, existen aún
varias lenguas que total o parcialmente utilizan silabarios para su
representación escrita, como el amárico, lengua oficial de Etiopía, o el
japonés, que utiliza un sistema mixto de tipo ideográfico-silábico.
En la escritura alfabética, los signos
gráficos representan cada uno de los sonidos distintivos mínimos —denominados
técnicamente fonemas— con los que se articula la lengua oral. Este
sistema supone un gran avance con respecto a la escritura silábica, ya que, al
disociar los componentes vocálicos y consonánticos de las sílabas, y
representarlos por separado, permite reducir al mínimo el número de signos
gráficos diferentes necesarios para transcribir cualquier secuencia fónica. Su
aprendizaje exige mucho menos esfuerzo, lo que explica que la mayoría de las
lenguas actuales utilicen sistemas alfabéticos de escritura. Entre las
escrituras alfabéticas existe un grupo especial, característico de lenguas
semíticas como el árabe o el hebreo, donde la representación gráfica es
básicamente consonántica. Tal particularidad responde a la peculiar estructura
de estas lenguas, en las que el número de vocales es muy reducido y donde cada
una de las raíces léxicas portadoras del significado común a todas las palabras
de la misma familia está casi siempre formada por una secuencia de fonemas
exclusivamente consonánticos (los fonemas vocálicos solo se transcriben en
determinadas circunstancias y, en su mayor parte, deben deducirse de la propia
estructura gráfica de la palabra y del contexto).
Estos tres tipos básicos de representación
gráfica del lenguaje caracterizan asimismo las principales fases evolutivas de
la historia de la escritura. Los primeros sistemas tuvieron una base
ideográfica, a la que se fueron sumando pronto elementos de referencia fónica,
como sucede en las escrituras mesopotámicas cuneiformes (así llamadas por la
forma de cuña de sus caracteres) o en la escritura egipcia. En etapas
posteriores fueron surgiendo, fundamentalmente en el área del Mediterráneo
oriental y en el Oriente Próximo, sistemas de representación gráfica de base ya
únicamente fónica, primero de tipo silábico y después alfabético, tras un lento
proceso de individualización de los sonidos consonánticos y vocálicos presentes
en las sílabas.
Fuente: Real Academia Española y Asociación
de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. 2011.
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