El género de los nombres que designan seres
no sexuados se asocia con cierta frecuencia al de su hiperónimo.
Género y significado de los nombres
propios. El género de los nombres propios suele
depender del género que posee el término que designa el campo semántico en el
que se incluyen. Así, se dice un Mercedes o un Seat porque se
trata de coches, pero una Vespa o una Yamaha porque se habla de
motocicletas. Como isla es femenino, se dice las Canarias o las
Malvinas, mientras que, por ser monte masculino, se prefieren el
Aconcagua, los Alpes o los Pirineos. Los nombres de ríos, lagos,
mares y océanos son masculinos: el Amazonas, el Titicaca, el Cantábrico, el
Pacífico. Los de ciudades y países tienden a usarse como femeninos cuando
terminan en –a átona: la Córdoba jesuítica, esa Colombia desconocida;
cuando acaban en –á tónica, los nombres de países son masculinos (Canadá,
Panamá), pero los de ciudades suelen ser femeninos (la Bogotá actual);
los acabados en otra vocal o en consonante suelen concordar en masculino: el
Toledo de mis tiempos, mi Buenos Aires querido, aunque ambos géneros son a
menudo posibles: Todo Madrid lo sabía; Madrid está preciosa en primavera. En
las siglas el género se toma normalmente del sustantivo considerado núcleo, que
suele ser el correspondiente a la primera letra, como en el PRI (donde P
es partido), la FIFA (con F de federación), la ONU
(con O de organización).
Fuente: Real Academia Española y Asociación
de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática básica de la lengua
española. 2011.
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